En Felipe Ángeles, Puebla, la seguridad pública atraviesa una crisis que ya no se puede ocultar. Desde la mañana del jueves 2 de octubre, las calles del municipio se quedaron sin vigilancia tras un paro total por parte de los policías municipales. La razón: meses acumulados de incumplimientos, equipo deficiente y condiciones que, según los propios uniformados, ya no se pueden tolerar.
Aunque el número de elementos en la corporación es reducido —apenas 15 agentes— su ausencia ha sido suficiente para que la población sienta el golpe inmediato: calles sin patrullajes, comercios cerrando más temprano y un ambiente general de incertidumbre. No es que la inseguridad haya comenzado con el paro, pero sí se ha profundizado el temor entre vecinos que ahora no tienen ni a quién llamar en caso de emergencia.
Los policías decidieron no salir a trabajar desde el inicio de su turno. Alegan que, además de los bajos salarios —algunos sin recibir paga en tiempo—, no cuentan con el combustible necesario para las patrullas ni con armamento suficiente. La situación ha sido reportada por los propios elementos desde hace meses, pero acusan que el alcalde Javier de Jesús Vera no ha mostrado voluntad de resolver el conflicto.
Hasta el momento, el presidente municipal no ha entablado diálogo directo con los policías inconformes, lo que ha generado aún más molestia dentro del cuerpo de seguridad. Tampoco se ha emitido un comunicado oficial para explicar cómo se pretende garantizar la seguridad mientras se resuelve el conflicto.
Por ahora, no hay fecha definida para que los policías retomen labores. Tampoco se ha dado a conocer una estrategia emergente que garantice la seguridad de los más de 16 mil habitantes del municipio.